lunes, 6 de diciembre de 2021

4 HÁBITOS QUE TE AYUDARÁN A ALIVIAR EL ESTRÉS

 



Todos hemos padecido de estrés en algún momento de nuestra vida y la mayoría de las veces es algo normal y de lo que no debemos preocuparnos. Sentir estrés ante alguna situación es normal. Sin embargo, debemos estar alertas porque esa misma situación puede convertirse en un problema cuando la misma sobrepasa los límites. 

Por ello, es importante crear hábitos que nos permitan aliviar de alguna manera el nivel de estrés en nuestra vida.

Ahora bien, conociendo que el estrés es el mecanismo de defensa por el cual nos preparamos para reaccionar ante diferentes situaciones, es importante que sepamos hasta donde es bueno soportarlo. Se dice que cierto nivel de estrés no es malo, porque éste nos ayuda a adaptarnos a las circunstancias. Todos en algún momento hemos sentido esa ansiedad cuando iniciamos algo nuevo (un curso, un nuevo empleo). Este mecanismo también nos ayuda a reaccionar ante alguna emergencia (cuando auxiliamos a alguien).

Pero, el problema se presenta cuando esa situación se prolonga y se pierde el control y éste se vuelve crónico. Entonces, es cuando debemos estar alertas y tomar medidas que nos permitan aliviar el nivel de estrés. 

4 hábitos que te pueden ayudar:

1. Practica algún deporte: Intenta encontrar una rutina de ejercicios o actividad que disfrutes, como caminar, bailar o yoga. El ejercicio regular puede ayudar a reducir el estrés y ansiedad al liberar las endorfinas y mejorar tu sueño e imagen personal.

2. Antes de dormir agradece tu día y aléjate de las preocupaciones: No hay nada más maravilloso que ser agradecido. Al iniciar tu descanso, agradece todo lo que viviste ese día y olvídate de las preocupaciones, porque a fin de cuentas no vas a resolver nada preocupándote por algo que no podrás resolver en la madrugada. Duerme y descansa. 

3. Aprende a decir NO: No tienes control sobre aquellas situaciones que te estresan, pero sí puedes controlar algunas causas. Así que debes tomar el control de los aspectos que puedes cambiar y que te ocasionan estrés. Una forma de hacerlo es decir “no” con más frecuencia. No asumas responsabilidades que no te competen porque te pueden agobiar. No importa a quién se dices no, lo importante es liberarte de aquellas situaciones que te generen estrés.

4. Ríe: La risa es un arma poderosa, tanto es así que también nos ayuda a aliviar el estrés. Cuando ríes es difícil sentir ansiedad, lo cual es bueno para tu salud porque ésta reduce el estrés y reduce la tensión en los músculos. Intenta pasar tiempo con esos amigos que te hacen reír o disfruta de un programa de televisión que te divierta. 






miércoles, 1 de diciembre de 2021

APRENDE A ENFRENTAR TUS MIEDOS



El miedo nos ha acompañado por siempre. Sin embargo, nos ha permitido enfrentar los retos. Ese mismo miedo de no saber qué hacer o qué decisión tomar, es el mismo que nos hace aprender. Por ello, no debemos permitir que el miedo nos encarcele y nos haga sentirle miedo. 

Recuerda que el tiempo y el miedo son tus peores enemigos. El tiempo perdido jamás volverá y el miedo no te permitirá crecer. La única manera de perder el miedo es enfrentándolo. 

Tengo una anécdota que siempre cuento y ahora te la escribiré.
Cuando niña, tenía pánico a los perros. 
Recuerdo que en unas vacaciones me llevaron a casa de mis abuelos y en casi todas las casas había perros. Mi abuelo, me sacaba a pasear todas las tardes y cuando escuchaba los ladridos de los mismos, inmediatamente me colocaba detrás de él, le agarraba por los pantalones y no lo dejaba caminar. Una tarde mi abuelo no me sacó a pasear, se fue solo. Cuando comencé a buscarlo mi abuela me comentó que ya se había ido y le había dicho que no me seguiría sacando porque lloraba mucho cuando los perros ladraban. 

Esa tarde, me quedé sentada en el tronco de un árbol a la espera de mi abuelo papaíto (así le llamaba). Cuando lo vi, salí a su encuentro y le pregunté por qué me había dejado, su respuesta casi inmediata fue: que no podía soportar escucharme llorar por tonterías, porque esos perros no hacían nada. Así pues, al día siguiente esperé con ansias la hora de salida. En eso veo a papaíto colocándose su sombrero y agarrando un garrote que estaba detrás de la puerta. Me preguntó si quería salir y le respondí que sí. Me agarró de la mano y comenzamos a caminar, cuando de repente escucho el ladrido de un perro, mi corazón se aceleró, comencé a sudar y mis manos temblaban. 

Papaíto, me queda mirando y me pregunta qué me pasa, le respondo que no me pasa nada. En eso me agarra mi mano derecha y me entrega el garrote. Le pregunté para qué era eso y me dijo que cuando el perro se me acercara le gritara fuerte y se lo enseñara. Ay por Dios, más susto para mi agitado corazón. Me dijo no te vayas a esconder porque así jamás perderás el miedo.

Mi cuerpo temblaba y ese día no quería que ningún perro apareciera. Pero, era casi imposible que eso sucediese. De repente escucho unos ladridos, agarré duro el garrote y me olvidé de mi abuelo…le gritaba al perro: fuera de aquí, vete y le amenazaba con el garrote. De repente el perro dejó de ladrar y se acercaba a mí meneando su cola. Las carcajadas de mi abuelo creo que se escuchaban por todo el caserío y me dijo: ahora el perro te tiene miedo a ti.

Con el tiempo aprendí la lección que me enseñó mi sabio papaíto.