La verdadera solidaridad es ayudar a alguien sin recibir nada a cambio y sin que nadie se entere. Ser solidario es, en su esencia, ser desinteresado. Ser solidario, no significa que sólo ayudemos con cosas materiales. Algunas veces, un abrazo en un momento difícil vale mucho y éste también es un gesto de solidaridad.
Todos hemos sido solidarios o hemos necesitado la solidaridad de alguien en algún momento, sin embargo, existe una razón poderosa que ha empobrecido este valor, el individualismo. La persona que práctica el individualismo, jamás podrá ser solidaria al mismo tiempo.
Existen infinitas razones para alimentar nuestro egoísmo, no obstante, el ser solidario te brinda muchos beneficios. Existen diversas formas de practicar la solidaridad, acompañando a familiares en momentos difíciles, en ceder el asiento en el bus, en donar ropas, medicinas, juguetes, visitar a personas enfermas. En la familia podemos encontrar muchas situaciones en las que ser solidarios. En pocas palabras, la solidaridad está al alcance de todos.
Sin embargo, actualmente, lo artificial y superficial está a la vanguardia, ocasionando que nos obsesionemos con aparentar una imagen que nos impone la sociedad (el más guapo, la más flaca, vestir de marca) y se nos olvida invertir tiempo en nuestro autoconocimiento.
Los actos de solidaridad nos permiten reconectarnos con nuestro entorno y nos hacen comprender que todos necesitamos gestos de solidaridad que nos permitan crear una imagen más integra de nosotros mismos.
Además, mejora la autoestima. Cuando ayudamos a otros nos sentimos útil. Al compartir algunos minutos de nuestro tiempo con personas que necesitan un poco de atención valoraremos todas nuestras virtudes (capacidad para escuchar, aconsejar, hacer reír), así nos damos cuenta del potencial que tenemos y esto influirá positivamente en nuestra autoestima.
Cuando somos solidarios aparece la compasión, generosidad, empatía, optimismo, valores que muchas veces se encuentran en reposo y de repente comienzan a aflorar. Lo mejor es ponerlos en práctica.
Asimismo, la solidaridad nos ayuda a socializarnos. Nos relaciona con situaciones y personas con las que conversar y a las que conocer. Además, nos permite conocer diferentes tipos de personas con sus propias realidades.
Considero que ser solidarios nos permite valorar más lo que tenemos. Con frecuencia escuchamos a personas manifestar insatisfacción por lo que tienen, pareciese que nada es suficiente. No es que seamos conformistas, por que esto es otra cosa, sino que muchas veces no valoramos lo que tenemos y siempre exigimos más.
Las personas que practican la solidaridad, se sienten agradecidos por todo lo que tienen, y no es precisamente lo material, le dan más valor a lo personal y espiritual. Tener una familia sana, un techo donde dormir, alimentos en su mesa…Cuando salimos de nuestra zona de confort para ver la realidad del mundo que nos rodea, nos ayudará a valorar lo que la vida nos regala.
Ahora bien, si me preguntarán cuál sería la virtud humana a la cual le daría más importancia, sin duda, mi respuesta sería a la solidaridad. Saber que podemos contar con los demás en los momentos más difíciles me llena de esperanza. El apoyo entre las personas, cuando están en situaciones críticas, es un sentimiento unido al amor.
Por ello, es importante fomentar este valor humano desde la infancia, con pequeñas cosas, apoyo a la familia, amigos, vecinos. Generalmente, la solidaridad aparece en momentos críticos y es allí donde sale a brillar lo mejor y lo peor de cada uno de nosotros.
Todos tenemos algo que ofrecer.
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